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La equidad de género desde lo económico

Decía Simone de Beauvoir que tratar el tema de la mujer resultaba irritante, sobre todo para las mujeres. Acaso la querida Simone tuviera razón, pero recientes datos empíricos demuestran la necesidad -por lo menos para el crecimiento económico del país- de superar prejuicios e inhibiciones y encarar el tema con decisión y audacia. Estudios de la OCDE indican que una mayor inclusión de las mujeres en la actividad económica aumenta la productividad y la rentabilidad de las empresas y se refleja exponencialmente en el PBI.

A los beneficios para la economía debemos añadir el significativo impacto social de la inclusión femenina. Según el Banco Mundial el aumento de la proporción de ingresos controlado por las mujeres dentro del hogar, modifica el patrón de gastos familiares en provecho de la alimentación y educación de los hijos. Como exigen una ética humanística y las Convenciones Internacionales de Derechos Humanos, la autonomía económica que corresponde a las mujeres es la misma que ya ejercen los varones. En todos los casos ambos sexos deberían tener igualdad de oportunidades y condiciones. Si bien nuestra legislación no es discriminatoria en materia económica, las estadísticas muestran que nuestra sociedad sí lo es.

La participación femenina en la economía argentina es un 25% menor que la masculina. Y, como en un juego de muñecas rusas, las que participan ganan en promedio 27% menos que los varones. En el sector informal tal brecha se amplía hasta el 40%.

Estas cifras marcan un costo hundido y un altísimo costo de oportunidad para el país. Un costo hundido, porque más del 60% de los graduados universitarios de nuestro país son mujeres. Que se reciben en menos tiempo y con mejores notas que sus compañeros. Hoy hay en la Argentina más de 200.000 mujeres profesionales inactivas, esto es que ni siquiera buscan empleo. La sociedad, que financió sus estudios pero que no las incluye laboralmente, no recuperará así la inversión en su educación.

Un costo de oportunidad, porque mientras se mantenga este injusto status quo el PBI nacional pierde potencial crecimiento. Ya que según señala un conocido estudio de la consultora McKinsey, si la brecha de género en la participación económica se cerrara el Producto Bruto Mundial crecería automáticamente un 11%. En Latinoamérica, el crecimiento del PB sería del 14%. El Ministerio de Producción chileno elaboró en 2016 el informe "Mayor incorporación de las mujeres en la economía chilena", que demuestra que por cada 100.000 chilenas que se incorporen a la fuerza laboral, su PBI aumentará un 0,65%.

Otros datos estadísticos acreditan un aumento de rentabilidad en las empresas con mayor cantidad de mujeres en sus cargos gerenciales. No es de extrañar, entre el 80 y 90 % del consumo lo deciden las mujeres.

Estos beneficios, sumados a un imperativo ético, hacen que cada vez sean más las empresas que exijan a sus proveedores, distribuidores y socios la aplicación de políticas de equidad y perspectiva de género. Una vertiginosa e irreversible onda expansiva impulsa la inclusión de la mujer en la actividad económica. Aunque iniciada en los países desarrollados está alcanzando nivel global y sus efectos ya se sienten en la Argentina. La plena inclusión de la mujer en la actividad económica no sólo es provechosa económica y socialmente, sino que es moralmente justa ... e inexorable.

Helena Estrada



Sobre este blog - A través de este blog busco compartir información útil, opiniones y experiencias desde el Centro de Desarrollo Económico de la Mujer, con el objetivo de motivar la autonomía económica de las mujeres y promover una mayor participación y equidad dentro de la economía.











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